Blog sobre reflexiones personales, fotografía y música independiente.

domingo, 10 de junio de 2007

Mag Madrid

Entrar. Subir. Bajar. Correr. Nadie tiene tiempo de escuchar una palabras de más. Con prisa, sin rumbo o con él, días de sol, lluvia, frío o café. Cafeína para despertar mentes, pesadas y aturdidas. Camino hacia SOL. Espero sentada en un rincón del metro, en un espacio del mundo, del fin del mundo. El metro no es más que una lata de sardinas en conserva, que conserva el TIEMPO, que transcurre envuelto en ACEITE-FORMOL. Y, de repente, me golpea el recuerdo de una noche ebria y sin control. Camino a casa bajo la sombra de una sonrisa torcida, que se tambalea buscando el equilibrio. La serenidad y la calma. Ahora es una parada de autobús. Espera cálida en una noche cualquiera. Un tipo extraño me da un cigarrillo. Se acabó el placer de liar el tabaco. Doy una larga calada. Mis pulmones se llenan de nicotina, al igual que mi higado se empapa como una esponja de alcohol. Tranquilo paseo hasta la puerta de mi casa. Un hogar conocido de desconocidos que duermen y luchan contra el duermevela del día. Vuelvo a sonreir. Me despido del tipo con un efusivo abrazo, fruto de una noche OLVIDABLE. Hablo sola, vómito palabras antes de despertar del sueño, regalo confidencias en la calle Preciados. Stop. De rian. Intercambio impresiones, pinceladas abstractas a ANTOINE. Me dejo llevar por la emoción. Encuentros y desencuentros. Antoine. Él y yo continuámos hablando en un rincón de un bar. Un buen o mal hombre, no lo sé, me regala una rosa. Vuelo en nube hasta el sueño narcótico de mi maltrecha alcoba. Ropa revuelta, esparcida por un minúsculo habitáculo. Sueño. Por fin llegó la TRANQUILIDAD.






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