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viernes, 6 de julio de 2012

De él me gusta todo... y ¿a ti?

Me gusta... De él me gusta todo. Me seduce su andar raído, desgastado por las suelas que pisan el asfalto sin prisa, sin rumbo... También me persuade su lento caminar que inconscientemente hace que se desplace un pie tras otro, con la seguridad de quien sabe que las cartas le son siempre favorables, como en una partida de poker, con una mano improbable de "flor imperial". Me gusta su andar sinuoso, cadente, lento, pausado...que esconde bajo sus zapatos SEGURIDAD.

¿Y su pose?, también me gusta... como la de quien sabe que las puertas se abren a pesar de que a veces parecen cerradas a cal y canto, sin opciones. A mí me encanta. Me atrae. Me hechiza que sepa arrancarte una conversación profunda, aunque haya poco en común con el otro, con el reflejo que proyecta nuestra imagen en el de enfrente, como un espejo, como nuestro alter-ego, ese que a veces hace que las palabras no fluyan, se atasquen como si no supieramos hablar, o pronunciar una sola palabra, ni una sola VOZ.

Me fascina... su serenidad que, como un director de orquesta, fluye y da ritmo al sonido que aparece cuando se conjugan las palabras atascadas y los verbos se empiezan a enredar, a enmarañar y se hacen un lío sin encontrar consuelo en el adecuado, el exacto, el que debía ser pero no fue, en el fiel y escudero que se parece más al "objetivo", como que el agua es clara, el cielo azul y el amanecer un paisaje que todos los días nos regala la naturaleza, esa que a veces odiamos y que a veces amamamos porque no podemos vivir sin ella, porque a ella se lo debemos TODO.

Me cautiva... su forma de preocuparse por "los demás". Su instinto natural para llamar al otro, al que está lejos. Me enamora cuando es para coger el teléfono y marcar ese número del que nadie se acuerda, y solo lo hacen algunos, los que están lejos en el corazón, para embadurnarse las bragas de carmín o empaparse el hígado de alcohol..., como si aquello, aquellas noches, fueran una tragicomedia, una farsa que fluye sin rumbo por el campo de minas de las mentiras..., de las que se ocultan en las noches... solo para olvidar. Me conquistan esas llamadas que hace para preguntar- ¡Hola!, ¿qué tal estás?- Sin querer nada a cambio, sin chantajear, sin aprovecharse, sin intereses... Esa llamada que se hace con poca frecuencia para que el otro se pueda desahogar y sacar de dentro aquello que duele, pero que oculta, que pincha, pero no hiere, pero que sí impide respirar, oprime, víctima de su SENSATEZ.

Me seduce... su empatía y su capacidad de vivir, de soñar despierto, de respirar. Su capacidad para pensar en el presente, pero también en el futuro, y en el pasado, sin que se detenga el tiempo, sin que nos sintamos realmente "acojonados" por lo que pueda venir, por lo que pueda pasar, por lo que es y por lo que será, pero que siempre será más difícil ASIMILAR.

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